jueves, 11 de noviembre de 2010
"Todos: los jugadores de béisbol de holgados calzones, los soldados de caqui, las chicas del cancán ahora formalitas, las beldades de playa más modosas aún, los vaqueros e indios de cigarrería, los negros de inquietos ojos saltones, los pilluelos con sus carritos de manzanas, los reyes y reinas del cine, los fulleros, los payasos, los bizcos borrachos agarrados a su farol, los ases de la aviación, los capitanes de yate, los cazadores blancos de safari con sus negros servidores, los hombres gordos, lo cocineros con su gorro de cocinero, los usureros judíos, los rústicos montañeses con su jarra de cerveza bien agarrada, los gatos, perros y ratones de los libros de cómics, los boxeadores y alpinistas, las estrellas de la radio, los enanos, los artistas de circo, los vagabundos, los bailarines, las bandas de swing, los jaraneros de la alta sociedad, los caballos de carreras y los jockeys, las chicas del baile-taxi, los pilotos de carreras de Indianápolis, los marineros en tierra y las hawaianas con falditas de Hula, los vigorosos corredores olímpicos, los reyes de las finanzas que llevan agarradas redondas bolsas con el signo del dólar, todos cantan la canción por segunda vez en un magnífico coro, en tanto que las luces de las máquinas del millón se encienden y se apagan sin cesar con los colores primarios algo acidulados, mientras las manillas impulsan en el vacío, los timbres y campanillas tintinean, y las monedas saltan fuera de las máquinas más entusiasmadas, todo ello con cada sonido y cada movimiento sincronizado dentro del complejo conjunto"
["el arco iris de gravedad" t. pynchon, tusquets, pág.877]
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