miércoles, 13 de abril de 2011






M A N I F I E S T O P R O L E T A R I O .

Un arte, que se refiera a una clase social determinada de seres
humanos no existe, y si existiera, no sería importante para la
v i d a .
Preguntamos a aquellos que quieren crear arte proletario: ¿Qué es
el arte proletario? Este arte, ¿está hecho por proletarios o es un
arte que sirve sólo al proletariado? ¿O es un arte que debe
despertar los instintos proletarios revolucionarios? Arte hecho
por proletarios no existe, porque el proletario, cuando crea arte,
ya no es proletario sino que se convierte en artista. El artista
no es ni proletario ni burgués y lo que él crea, no pertenece ni
al proletariado ni a la burguesía, sino a todo el mundo. El arte
es libre en la utilización de sus medios, pero está atado a sus
propias leyes y solamente a ellas, y tan pronto como la obra se
hace obra de arte, se eleva por encima de las diferencias
sociales, entre el proletariado y la burguesía. Si existiera un
tipo de arte que sirviera exclusivamente al proletariado, al
margen del hecho de que el proletariado está contagiado por el
arte burgués, entonces este arte estaría limitado, como el arte
específicamente burgués. No sería universal ni surgiría de un
sentimiento de ciudadanía del mundo, sino de posturas individuales
y sociales limitadas temporal y espacialmente. Si el arte debe
despertar instintos tendenciosamente proletarios, debe entonces
servirse, en el fondo, de los mismos medios que el arte religioso
o nacionalista. Por superfluo que esto suene, en el fondo es igual
que alguien pinte un ejército rojo con Trosky a la cabeza que un
ejército imperial con Napoleón a la cabeza. Para el valor del
cuadro, como obra de arte, es indiferente si deben ser despertados
instintos proletarios o sentimientos patrióticos. Desde el punto
de vista artístico, tanto lo uno como lo otro, es un fraude.
El arte debe suscitar, solamente con sus propios medios, las
fuerzas creativas del hombre; su meta es el hombre maduro, ya sea
proletario o burgués. Solamente pequeños talentos no pueden
dominar, por escasez de cultura, las cosas en su verdadera
proporción, y debido a sus limitaciones hacer algo así como un
arte proletario, esto es, política en estado pictórico. El
verdadero artista prescinde de la organización social.
El arte, como nosotros lo deseamos, no es ni proletario ni
burgués, pues desarrolla fuerzas que son lo suficientemente
fuertes para influir en toda la cultura en lugar de dejarse
influir por condiciones sociales.
El proletariado es un estado que tiene que ser superado. La
burguesía es un estado que tiene que ser superado.
Mientras los proletarios imiten con su culto proletario al culto
burgués, son ellos, precisamente, los que sostienen la corrompida
cultura de los burgueses sin ser conscientes de ello, en
detrimento del arte y en detrimento de la cultura.
A través de su apego conservador por formas de expresión antiguas
y supervivientes y su inexplicable aversión por el nuevo arte,
mantienen en vida lo que ellos, según su programa, quieren
combatir: la cultura burguesa. Es por esto que sentimentalismo y
romanticismo burgueses, a pesar de los intensos esfuerzos de
artistas radicales para destruirlos, se mantienen todavía en vigor
o incluso se cultivan de nuevo. El comunismo se ha convertido ya
en una cuestión burguesa como el socialismo mayoritario, o sea en
un capitalismo de nuevo cuño. La burguesía utiliza el aparato
comunista, que no ha sido inventado por proletarios sino por
burgueses, como un medio de renovación de su corrompida cultura
(Rusia). Y en consecuencia, el artista proletario no lucha ni por
el arte ni por una nueva vida futura, sino por la burguesía. Toda
obra de arte proletaria no es otra cosa que un cartel
propagandístico para la burguesía.
Lo que nosotros preparamos es la obra de arte total, que se eleve
por encima de todo anuncio, sea para champagne, dadaísmo o
dictadura comunista.

Theo van Doesburg, Hans Arp, Chr. Spengemann, Kurt Schwitters y
Tristan Tzara. La Haya, 6 de marzo de 1923. (Publicado en el
número 2 de la revista MERZ, abril 1923).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un planteamiento muy hegeliano: el finalismo como dogma.Pero, ¿qué hace el arte, finalmente?

dia dijo...

el arte tiene la función de servir de fondo de inversión para el gran capital.
frente a esta infraestructura insuperable, puede resultar algo ridículo aquel que apele a un arte proletario, ¿o no?

dia dijo...

el arte consuela.